
Las pulgas, más ágiles, saltan a lomos de los elefantes y hacen las tareas que éstos no hacen por miopía o por torpeza o porque ya no quieren. Los emprendedores o microempresarios son, según Handy, los “nuevos alquimistas”: experimenta, crean, se mueven, se apasionan… Sí, si algo les define es la pasión. Se apasionan con sus proyectos.
Las pulgas están proliferando por varias razones. La tecnología, la llegada de Internet y la globalización hacen que el trabajo empiece a ser una actividad más flexible. Que se pueda acometer desde cualquier parte y con solo un teléfono y un portátil. Mucha gente está harta de la inflexibilidad y del ‘politiqueo’ propio de las empresas. Y está harta de jefes y subjefes. Mucha gente, sobre todo los más jóvenes y aquellos trabajadores senior con altas cualificaciones, optan por trabajar por proyectos. Ya no son fieles a una empresa. La fidelidad ha cambiado.
Por otro lado, las empresas están subcontratando cada vez más una mayor parte de sus actividades, hasta el punto de que el futuro sólo un pequeño grupo de gente, los que desempeñan las tareas más trascendentales, trabajarán en exclusiva para una empresa (un 20% pronostica el Charles Handy). Sólo hay que ver webs cómo proliferan las webs que intermedian entre empresas y pulgas como oDesk, Freelance.com, o ProjectLinkr (ésta es española y acaba de nacer).
Por supuesto, y más en España, la crisis del mercado laboral está obligando a mucha gente a reinventarse en pulga. Hacen proyectos aquí y allá, a su pesar. No todos los pulgas son emprendedores a los que le gustan emprender. Pero éste es el signo de nuestros tiempos. El que no tenga espíritu emprendedor, y la inseguridad le cree ansiedad, tendrá que aprender a navegar en este nuevo entorno, aprender asumir cada día la responsabilidad de labrarse el futuro. ¡Qué remedio, los trabajos de por vida son un especie en vías de extinción!