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Ellos critican, ofenden, menosprecian, subestiman, y cuando alguien (menos conocido) sale a responderles, o les contesta desde otra perspectiva, se sienten atacados. Es gracioso, y es tan hipócrita de su parte.
O sea: yo te puedo ofender, puedo ridiculizarte, pero ni se te ocurra hacérmelo a mí, porque ahí si: ¡se arma la podrida! Yo puedo ser el malo de la película o burlarme de todos o de muchos, pero si me llegas a tocar y/o a contestar, el malo pasas a ser vos… no yo.
Ellos ofenden primero, pero luego se victimizan. O critican a media blogosfera, pero después no se bancan un comentario en contra (o negativo) en su blog. No entienden nada de comunicación, y van de comunicadores. La comunicación no es solamente lo que yo digo o lo que yo pienso, y tampoco es unidireccional.
La comunicación es mucho más que mi opinión o que mis ofensas. Es ida y vuelta. Si yo critico u ofendo, y alguien me lo devuelve, a llorar al campito… Si tiro piedras, recibiré lo mismo, salvo que no entiendan absolutamente nada de la naturaleza humana.