La reputación empieza por lo que hacemos (y luego publicamos o publican terceros en la red). Primero hay que hacer ‘bien’ las cosas (para los que después emitirán su juicio personal), y luego transportarlas en internet. Si el proceso es al revés (relatamos unos hechos online que no se asemejan a la realidad de quien dice ser), es cuando hay disonancia entre lo que se percibe y lo que es ‘realmente’.
Toda esta carrera de herramientas de gestión meramente técnicas tiene un fin (que a su vez, curiosamente, es su inicio): el propio comportamiento de la persona/empresa/marca. Si la proyección digital que se emite desde la red (informaciones, imágenes, vídeos…) no se corresponden con los verdaderamente reales del sujeto/empresa/marca, a la primera disonancia que vea un usuario (que a su vez twittero o bloguero) lo difundirá en su canal y volverá a re-alimentar la necesidad de limpiar de nuevo esa entrada negativa. El supuesto gestor de reputación online la detectará, lo clasificará y lo sacará en informe para su cliente.
Por lo tanto:
- existe una reputación (también) online
- la reputación debe de crearse y cultivarse en (1) actitud, (2) contenido y (3) relación tanto (a) dentro como (b) fuera de la red
- las herramientas de gestión de la reputación sólo ayudan a disminuir el tiempo que se tarda en detectar quién está hablando de qué, y con herramientas muy avanzadas, quizá también categoricen el sentimiento (si la mención/aparición es “buena” o “mala”). En ningún caso gestionan literalmente la reputación de nadie ni de nada, ya que reputación és un término únicamente humano y tiene que gestionarse personalmente (ver 2º punto)
- la percepción reputacional implica de igual manera al sujeto reputado como al que saca el juicio de valor sobre el primero a través de los resultados proyectados. Por lo que, sí se puede trabajar en la ayuda percepcional sobre estos resultados proyectados.
- el tratamiento profesional de un asesoramiento en reputación online debe hacerse alineado a la personalidad real del sujeto/empresa/marca, y nunca proyectando en la red una imagen irreal, desajustada a lo que es. A la mínima disonancia entre ambas, estallará una crisis de imagen al sujeto/objeto reputado
- la existencia de este concepto de reputación online tiende a que todos seamos mejores personas, marcas y empresas.