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No sólo eso, de manera indirecta, esta resolución podría allanar el camino para que se respete el derecho a la privacidad de cada usuario. En muchas ocasiones, estas demandas estaban dirigidas (una vez autorizaba el juez el registro de las IP vía ISPs) a negociar con el supuesto infractor con medidas de presión, por lo que el fallo adquiere mayor relevancia si cabe.
El fallo se formuló a través de un ejemplo que citó el juez Baker, alegando el caso de un joven al que se le había demandado y finalmente se descubrió que habían sido personas ajenas al cliente oficial de la conexión, los cuales habían “robado” el acceso Wifi a la misma. Baker lo explicaba así:
El infractor puede ser el abonado, pero también puede ser alguien en el hogar del abonado, un visitante con un ordenador portátil, un vecino o alguien estacionado en la calle en un momento dado. Se puede incurrir en asentamientos demasiado rápidos en personas que no han hecho nada malo. La vergüenza en la exposición pública podría ser demasiado grande y el sistema jurídico demasiado desalentador y costoso
Como decía al principio, podría tratarse de un movimiento que, al menos, erradicara los juicios en masa donde se acusa en el mismo saco a muchos usuarios por ser los abonados del servicio. Un pequeño espaldarazo para el usuario y la privacidad y un pequeño golpe para los defensores del copyright.